Con el último examen de Griego II hemos decidido cerrar el plazo de presentación de candidaturas y fallar el premio Afrodita de este curso. El comité de sabios (quiero decir, yo conmigo misma) ha llegado, después de sesudas y larguísimas discusiones, a la conclusión de que poco o nada podría superar la última de las traducciones recibidas. Hemos sometido esta decisión a la aprobación del panteón olímpico y Zeus, en nombre de todos ellos, ha arqueado sus cejas en señal de asentimiento mientras la diosa titular sonreía cautivadora pensando en quién sabe qué.
Así pues: (Se ruega pulsar la música antes de seguir leyendo para mayor pompa de la ceremonia)
Yo, Glaukopis, como portavoz terrenal de los sempiternos dioses, declaro públicamente que esta es, y no otra, la traducción más cautivadora de las recibidas durante este curso. Su clara infidelidad ha sido superada por la virtud de haber conseguido arrancar algo más que una sonrisa a la trastornada correctora que pisaba aquella malograda tarde los abismos de la decepción, la desesperación y la furia.
(No se iba a quejar el pobre viejo, apaleado y lanzado por los aires por Héctor, el mayor y mejor de sus hijos. Yo también habría gritado..., y creo que lo hice)
Sabido es que las palabras son aladas y no siempre nos acompaña la puntería, de modo que, sin más preámbulos, otorgamos el premio a:
Su talento será reconocido desde hoy hasta los confines de la eternidad y se recordará su nombre de generación en generación.
En La Unión, a 27 de mayo de 2011.
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